Tête de Moine AOP, la flor de queso que conecta con el slow life

Tête de Moine AOP, la flor de queso que conecta con el slow life

Cada vez más, los consumidores tienden a buscar salir del estrés de la rutina con alimentos que les ayuden a meditar y desconectar. Esta retórica es reflejo del movimiento slow life. Disfrutar de las conexiones reales y las experiencias diarias, vivir de una forma más consciente y, en el caso de la comida, pararse a comer y disfrutar del momento, lo que no solo reportará a obtener un mayor placer en la comida sino también a nivel de salud.


El Tête de Moine AOP es un producto que sintetiza y encarna este ritual de desconexión de la rutina diaria, demanda la consciencia para extraer la flor de queso, mediante la girolle, un pequeño utensilio que permite cortar el queso con mayor facilidad y obtener unas pequeñas y atractivas flores que recuerdan a la flor del clavel. Se trata de un momento lúdico que a cada giro nos abstrae de la realidad y nos pone a disfrutar del momento. Y es que el Tête de Moine AOP es un queso suizo que elaboraban los monjes de la abadía de Bellelay hace más de ocho siglos y que, actualmente, se produce en menos de diez queserías de las regiones montañosas del Jura y Jura de Berna con leche cruda de vacas alimentadas con pasto y heno y sin aditivos, es rico en proteínas y minerales, y no contiene gluten ni lactosa.

En cada flor, nos acercamos al modo de producción del queso. Se requiere parar un momento, disfrutar del proceso y adoptar un poco más el slow life para disfrutar realmente del queso. El modo de consumo de Tête de Moine AOP nutre nuestra mente, y nos hace tener en cuenta todos los estímulos organolépticos mientras lo degustamos (no solo aquellos sentidos directamente relacionados con el sabor, como el gusto o el olfato, sino también la vista o el tacto), algo que podría compararse, en el caso de un producto típicamente español, como es el jamón ibérico, en el momento de cortarlo y degustarlo.

La flor más quesera

El Tête de Moine AOP es un queso que, por el formato en el que se consume -la flor- y el ritual de preparación asociado -el uso de la girolle- ya nos transporta a otro ambiente. Además, en boca, el Tête de Moine AOP trae toda su intensidad de sabor, mezclado entre granos y frutos secos tostados con notas lácticas e incluso matices frutales y especiadas, como la nuez moscada que mezclan con la textura sedosa y cremosa al fundirse en boca. Toda esta mezcla de sabores, olores, preparación y formato nos conecta con los Alpes suizos. Y para potenciar este momento de desconexión, lo ideal es armonizarlo con un vino blanco, como los producidos en el país centroeuropeo con la uva chasselas, ya que suelen ser frescos y afrutados, aunque también puede acompañarse con vinos blancos como el verdejo o los gallegos tipo albariño o un malvasía.

El slow travel, o la filosofía de viajar sin prisas, se puede empezar desde casa. Esto puede conectar con parte de la vida local, con un lugar, su gente y su cultura, como la propuesta de degustar con calma el queso Tête de Moine AOP con un vino de la región. Este queso puede convertir cualquier ocasión en algo único por la riqueza de su sabor y su original corte en forma de flor.

Sobre Quesos de Suiza: 

Los Quesos de Suiza son famosos en todo el mundo gracias al cuidado y a las características artesanales con las que se elaboran. El pastoreo de las vacas es obligatorio en Suiza, país donde está totalmente prohibido el uso de hormonas y antibióticos en la crianza de ganado y donde ningún queso puede fabricarse con aditivos químicos.

Para elaborar un queso suizo se utiliza casi el doble de leche que para fabricar un queso de producción industrial. Las queserías reciben dos veces al día la leche recién ordeñada para garantizar la elaboración de un producto fresco y sano. El uso de leche cruda, no pasteurizada, posibilita un sabor más intenso y potencia los aromas derivados del pasto y forrajes.

La rigurosa normativa, sometida a un estricto control por parte de la Oficina Federal de Agricultura de Suiza, garantiza la elaboración tradicional del producto desde el origen de la cadena hasta el final, momento en el que un tasador certifica que el queso tiene la suficiente calidad para llevar el sello de su región quesera. De esta manera, la denominación de origen suiza es garantía de un producto absolutamente natural.

Imagen: quesosdesuiza.es





 

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