No es ninguna novedad leer que llevar una dieta saludable, rica en frutas y verduras y alejada de carnes rojas, grasas y azúcares, previene muchas enfermedades pero ahora, gracias al proyecto GALIAT 6+7 del CSIC, sabemos que consumir berzas y grelos pueden prevenir, incluso, ciertos cánceres.
Por primera vez, se han evaluado los efectos de dos isotiocianatos que se encuentran en los grelos cultivados en Galicia -con Indicación Geográfica Protegida- y que no habían sido estudiados previamente en modelos de cáncer. Los resultados de este estudio llegan a la hipótesis de que, en el caso del cáncer de próstata, determinados isotiocianatos presentes en estas verduras podrán ser empleados en el tratamiento contra esta enfermedad, como potenciadores del fármaco quimioprotector y antitumoral. Además, podría formar parte de recomendaciones nutricionales en los pacientes.
Vitaminas, minerales y antioxidantes
Tanto en grelos como en berzas, es muy destacada la concentración de compuestos anticarcinogénicos, los glucosinolatos y sus derivados, los isotiocianatos, puesto que son exclusivos de esta familia de plantas y son los responsables de propiedades antioxidantes y de prevención de determinados tipos de cáncer en humanos.
Según explica la directora del grupo de brásicas del proyecto, Elena Cartea, el estudio ratifica la importancia de incluir estos alimentos funcionales en la dieta de forma habitual debido a que son ricos en proteínas y vitaminas A, E y C y fuente de minerales como el hierro, potasio y calcio.
Según esta línea de investigación de la que se extraen componentes nutricionales:
- Grelos: poseen una mayor cantidad de dos minerales fundamentales para el organismo como son el hierro y el calcio. Además, tienen una mayor capacidad antioxidante* que las berzas.
- Berzas: tienen una mayor concentración de vitamina C.
También se concluye que las propiedades antioxidantes se preservan en grelos y berzas tanto en el proceso de enlatado, como envasado en cristal.
Ciclos de cultivo para potenciar sus propiedades
Los grelos cultivados en otoño tienen un mayor contenido en los compuestos glucosinolatos, implicados en la prevención de diferentes tipos de cáncer, y, además, estos se incrementan en los brotes.
Por el contrario, en las berzas se ha comprobado que en el ciclo primavera-verano, las hojas presentan un mayor aporte en glucosinolatos y que aumentan considerablemente a medida que la planta se desarrolla, por lo que es preferible realizar la cosecha en plantas adultas, aproximadamente a los seis meses desde el trasplante.
