Oviedo y El Desarme

Pensamientos gastronómicos
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Pensamientos gastronómicos

Publicado por | 22 de octubre de 2014
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Oviedo y El Desarme
Como verán hacía unos meses que me había abandonado la musa; pero es que me basta oír  hablar de fiesta popular, de tradición, de costumbre, para que regrese sin dudar.
Si por el mes de julio dejé mis artículos en Pamplona, por San Fermín, hoy son Oviedo y octubre quienes hacen que retome la pluma y vuelva a escribir, cómo no, con motivo del Desarme. Y es que la gran mayoría de las costumbre de todos los pueblos van parejas con actitudes culinarias. Sean ya místicas, religiosas, asociadas a las cosechas o, como es este caso, histórico, la mayoría de las celebraciones conllevan un importante –cuando no primigenio- componente alimenticio, gastronómico o culinario.

Y así es en este caso también. No hace un par de días que, como cada año desde hace más de siglo y medio, se acaba de celebrar en Oviedo el tradicional Desarme, consistente en compartir un buen rato en torno a la mesa con los próximos –ya sean familiares, amigos o amigotes- para disfrutar del tradicional pote de garbanzos con bacalao y espinacas  seguido de unos callos –a la asturiana ¡cómo no!- y el tan típico arroz con leche, para rematar…. ¡Ahí es nada!

Pero ¿de dónde viene esta opípara tradición? El dato histórico-temporal parece estar bien acotado: el año 1.836 y la primera guerra carlista. Sobre el hecho concreto que lo propicia hay versiones, a elegir. Lo cierto es que a la muerte de Fernando VII y abolida la Ley Sálica pugnan por el trono de España los liberales defensores de la primogenitura de Isabel y los tradicionalistas que abogaban por el príncipe Carlos. La ciudad de Oviedo se decanta por la línea liberal y en este contexto de guerra civil son varios los ataques de los carlistas a los que la conservadora ciudad en que décadas más tarde situara Clarín a su Regenta tiene que hacer frente.

De las varias teorías que circulan la más extendida afirma que el 6 de julio de 1836 tramaron en la capital de Asturias una estrategia infalible para aplacar las fuerzas carlistas que se les venían encima, de forma y manera que llegadas las filas tradicionalistas a la ciudad en vez de con tiros y bayonetas fueron recibidas con una suculenta y reparadora comida compuesta por el menú que ya he citado y regado, cómo no, con el que imagino más peleón de los vinos que pudieron encontrar en esas tierras de sidra (o con vino de Cangas quizá). Y el resultado de tan peculiar batalla no pudo ser otro, puesto que el final de lo que podríamos llamar el banquete bélico no pudo ser otro que la irremediable siesta, a lo largo de la cual las tropas carlistas quedaron completamente despojadas de sus armas con las que volver a lo que hasta la capital asturiana les había llevado.

El comilón debió volver a repetirse no mucho después, en conmemoración de la victoria obtenida por las tropas isabelinas el 19 de octubre del mismo año, hecho con el que, junto con otros episodios ficticios o reales, se entremezclan las versiones acerca del Desarme, pero lo cierto y verdad es que años más tarde, y aún dentro del mismo siglo XIX, se tomó como referencia la fecha del 19 de octubre y quedó instituida para conmemorar el hecho y desde entonces, fieles a esta tradición de confraternizar en torno a una mesa, vienen celebrándolo ovetenses y demás asturianos bastándoles como excusa rememorar aquel hecho difuso ya en la historia.

De cómo los ovetenses vencieron a sus enemigos con el estómago en vez de con la fuerza hablan los eruditos en varias obras, en las que trataremos de profundizar próximamente en un próximo programa de Sopa de Letras, en Gastroradio, de la mano de alguien más conocedor del asunto que quien escribe estas líneas, y conocer así un poco más de la curiosa tradición. Pero entretanto les sugiero, si les produce a ustedes curiosidad esta costumbre histórico culinaria, que no dejen de acudir a Oviedo por estas fechas y participar del famoso “Menú del Desarme” que, extendido ya por otros concejos del Principado, no deja de tener su protagonismo en la capital ovetense que con tanta alegría lo recibe cada año tanto en casas particulares como en la mayoría de sus chigres y sidrerías o incluso en los restaurantes de postín.

Y para terminar, como los tiempos cambian que es una barbaridad, les sugiero prueben ustedes a acompañarlo por ejemplo con un tinto Escolinas que se produce hoy con todo mimo, cuidado y peculiaridad en las pizarrosas laderas de esta zona montañosa circundante a Cangas de Narcea (D.O. Vino de calidad de Cangas) que a buen seguro como les digo, será una grata compañía para tan contundente, fraternal e histórico menú. 
 
 
Ainhoa del Carre
Editorial Tejuelo
@AinhoadelCarre
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