La elegancia británica de Tetbury en los Cotswolds

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Publicado por | 15 de marzo de 2014
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La elegancia británica de Tetbury en los Cotswolds
A pocos kilómetros al norte de Bristol, en plena campiña inglesa y en la zona de los Cotswolds, condado de Gloucestershire, se encuentra Tetbury, considerado «el pueblo más elegante de Inglaterra». No es extraña esa calificación. Tetbury cuenta con algunos edificios de gran nivel arquitectónico construidos con la piedra dorada local, está lleno de anticuarios y, en la calle principal, Long Street, está Highgrove, la tienda en la que se venden productos del estate del príncipe de Gales, llamado también Highgrove y situado a poca distancia de allí. También a pocos kilómetros de Tetbury se encuentra la finca de la princesa Ana de Inglaterra, Gatcombe Park.

A este paraíso natural, en el que uno se puede perder por las serpenteantes carreteras inglesas sin encontrar un solo coche pero sí caballos, ovejas y vacas, obviamente muy bien alimentadas, llegamos desde el aeropuerto de Bristol. Nos alojamos en el hotel The hare and hounds, en Westonbirt, un hotel de campo elegantísimo con pista de tenis y lawn para jugar al crocket, a un paso de Westonbirt Arboretum, un jardín botánico victoriano con casi 15 000 árboles catalogados, y justo enfrente del Westonbirt School, un colegio de niñas con un edificio imponente y unos jardines maravillosamente cuidados. Una delicia de plan para olvidar el asfalto madrileño.

Como pueden imaginarse, en Tetbury y alrededores se come inmejorablemente, y hoy quiero hacerles tres propuestas interesantes por si se aventuran a viajar por los Cotswolds y quieren disfrutar de los productos locales: un desayuno, una cena y una tienda gourmet.

Se desayuna muy bien en The hare and hounds. El ambiente que hay en el comedor del hotel es muy británico, me encanta, me recuerda al ambiente que debía respirarse en Windy Corner, la casa de campo de Lucy Honeychurch, la heroína de A room with a view, de E. M. Forster, que padecía de «too much Beethoven», a decir del párroco local, Mr. Beebe. Aunque Windy Corner estaba en Surrey, pero bueno. Ha venido a mi memoria el personaje al recordar la deliciosa miel de los Cotswolds que presentan en panal —honeycombe— en el bufé de desayuno de nuestro hotel. Se pueden también elegir platos contundentes. El tradicional porridge con nata y azúcar moreno está buenísimo, pero personalmente prefiero tomar la trucha de Bibury ahumada con huevos revueltos. La trucha se pesca en el río Coln. Me pregunto cuál será la etimología de dicha palabra. El restorán de The hare and hounds presume de dos AA rosettes, un certificado de calidad británico parecido a nuestros soles Repsol, que avala el carácter innovador y valor técnico de la cocina que se lleva a cabo en los fogones que se juzgan.

A muy poca distancia de Tetbury se encuentra Malmesbury, un pueblo que merece la pena visitar: una cruz de piedra del s. xv, que marcaba el lugar donde se ponía el mercado —todos estos pueblos se hicieron ricos con el comercio, son conocidos como market towns—, la imponente fachada de una abadía y sus jardines.

En Malmesbury se encuentra Whatley Manor Hotel, una manor house del s. XVIII cuyo restorán, The dining room, regentado por el chef Martin Burge —que se formó en The Royal Crescent de Bath, un buen sitio, sin duda—, cuenta con dos estrellas Michelin. Allí cenamos un poco tarde para la costumbre inglesa, quizá, pero no estuvo mal adelantar nuestro horario español a las nueve de la noche. La carta de The dining room es estupenda, como uno se puede esperar. Mi acompañante tomó caracoles, que yo habría pedido gustosa si no hubiese resultado evidente que la salsa que los acompañaba llevaba ajo. Me incliné por las vieiras con salmón ahumado y crema de avellana. De segundo, como suelo hacer, tomé un volátil: pichón con foie, patatas soufflé y salsa Pedro Ximénez. Una tiene sus fijaciones infantiles y yo tengo en la cabeza las patatas soufflé del madrileño Club 31, al que fui por última vez un par de años antes de que lo cerraran, y a mi abuelo, el conde de Castelo, asegurándome que el pichón con patatas soufflé del 31 era de lo mejor de Madrid. Y, ¿por qué no probar el helado de trufa negra? Merece la pena el viaje para degustarlo.

De vuelta a Tetbury. La tienda Highgrove es parada obligada. No es solo una tienda gourmet, hay una buena selección de libros, todos ellos de la editorial del National Trust. Recuerdo que compré allí Her Ladyship’s Guide to the Queen’s English y A Butler’s Guide to Table Manners, unos libros deliciosos para profundizar en la cultura de la alta sociedad inglesa. Pueden también comprar infinidad de tarros de mermeladas, preserves, chutneys, galletas, miel… y utensilios de jardinería. Los ingresos que produce Highgrove son para The Prince’s of Wales Charitable Foundation. Una lección que aprender.

Covadonga de Quintana
Editorial Tejuelo

Fotografía de autor: ©Balabasquer
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